En un rincón pasó su infancia. Jugando con juguetes delicados y risas contagiosas. Demostrando que todo se puede conseguir si uno se esfuerza. Aprendiendo a vivir, a improvisar.
En otro rincón pasó su juventud. Llorando por problemas de amor. Demasiadas personas se van y pocas se quedan. Aprendiendo a vivir, a improvisar.
Al mirar esos dos rincones se dijo a sí mismo: ¿Por qué se llena con tan poco esta enorme habitación?
Es que no se dio cuenta que se encontraba en su corazón.
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